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— 32— mente á Dios junto con otros sacrificios, por el triunfo de las armas francesas. A la mañana siguiente 28 de Abril. dis- tinguieron ya á Orleans, y Juana saludó á la Ciudad con vivísimo entusiasmo. Pero al ver el Loire entre eila y Orleans, cono- ció que la habían engañado. Dunois, co- mandante del ejército de Orleans, á quien llamaban también el bastardo de Orleans. sa- lió al encuentro de Juana de Arco. «¿Sois vos le dijo ella, quien habeis ordenado que llegue por este lado, en vez de ir di- rectamente contra los ingleses?» «Sí. res- pondió, el camino era más seguro. y esa era la opinión de los más entendidos capi- tanes.» «Lo es vuestro consejo, replicó Jua- na, pero el consejo de mi Señor, es más sa- bio que el vuestro; habeis creido engañar- me y los engañados sois vosotros.» Un prodigio.—En efecto, Dunois esta- ba con gran ansiedad, porque los barcos cargados de víveres que habían llevado hasta allí, y debían servir para abastecer á la ciudad, se hallaban inmóviles á causa de un viento contrario y de la bajada de agua, que impedía remontar el rio y llegar á Or- léans. «Tened confianza, decía Juana á Du- nois y á los otros jefes, que se daban cuen- ta del desgraciado accidente, os traigo un socorro del Rey del Cielo. Por la oración «le San Luis y de Carlo Magno, Dios ha te- wan. AAA RA
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