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— 19 el Rey es aquel, añadió, señalando al con- de de Clermont.» «No Príncipe, en nombre de Dios os digo que Vos sois el Rey y no otro. Vengo á Vos en nombre del Rey del cielo, me llamo Juana la Doncella, y si quereis escucharme recobrareis Eo reino, y los ingleses serán srrojados de Francia.» «¿Y qué mensaje me traeis en nombre del cielo? le interrogó el monarca. «(Jue me pongais á la obra, y enseguida levantaré él cerco de Orleans, respondió la heroína; yo os conduciré á Reims para co- ronaros como Rey y así sereis el Lugarte- niente de Jesucristo, que es el Rey de los cielos y al propio tiempo Rey de Francia.» lsa duda.—Carlos VII quedó emociona- do, pero no del todo convencido y quiso hablar á solas con Juana, por lo cual rogó á la Corte que le dejaran con la joven ins- pirada. Decidme ahora lo que teneis que comu- nicarme de parte de Dios». dijo el Delfín. Hallábase este, hacía tiempo, preocupado con una duda que con nadie jamás quiso compartir. Se preguntaba así mismo si es- taba bien seguro+de ser el hijo verdadero de Carlos VI que debía ser el legítimo he- redero del trono. Daba base á esta dluda la conducta de la reina de Francia Isabel de Baviera que había faltado á los deberes de mujer, de madre y de reina. FAGAAES APTA AAA TIA BTTA AREA TRI ELN

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