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Una mujer resuelta. - Durante un mes Durand trató de convencer al capitán de Vancouleurs que permanecía impasible; pero Juana declaró que ella partía de todos modos vestida de hombre, según el conse- jo de las «Voces» por razones de conve- niencia y precaución necesaria en su nue- va vida de soldado y de jefe militar. Partió con Durand y un vecino Mamado Santiago Alain. Llevaba una hora de viaje cuando sus Voces» le declararon que debia obtener primero el concurso y otro equipo de Ro- berto de Bandricourt. A consecuencia de esta orden volvió Juana á Vancouleurs, triste sí, pero resuelta. «¿Cuándo partiré*, decía ella: nuestra patria solo puede sal- varse por mí; acordáos de la profesía que se repite por todos lados. Francia ha sido perdida por una mujer, será salvada por una Virgen de Lorena.....» En otra ocasión añadió: Para que el Rey no sea arrojado de su reino y para que no lleguemos á ser in-» gleses, debo estar en Francia antes de la mitad de la Cuaresma, y estaré aunque tenga que gastar mis piernas hasta las ro- dillas: Nadie en el mundo ni príncipe, ni jefe, puede salvar á Francia. Dios, dice, que para nuestra patria, solo en mí hay so- Corro. Primera victoria. «¿Cuándo quereis

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