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ad que Juana le había comunicado. Oyéndole hablar de apariciones se contentó con le- vantar los hombros y como el buen labra- dor agregara que Juana se encargaba de probarle la verdad, «Juana es una loca, le interrumpió el capitán, dale buenos ca- chetes y vuelve á llevarla á casa de su padre » La fé del labrador fué mas tenáz y mas sabia que la incredulidad descuidada y pe- ligerosa del soldado, y algunos días despues Juana obtenía audiencia y se presentó á oberto de Bandricourt rodeado de sus soldados, Vengo á traer socorro al” Delfín, dijo Juana; el reino de Francia pertenece á mi Señor; quiere que el Delfín lo posea por encargo suyo. Si, Carlos será Rey de Fran- cia y yo soy quien le conducirá á la con- sagración.> «¿Quien es tu Señor? preguntó Robérto» «El Rey del Cielo», respondió Juana. El capitán se quedó insensible y Juana volvió á Domrómy á continuar su vida or- dinaria. ; Declaraciones. —No atreviéndose á hablar á sus padres de su próxima marcha apuntó á algunos extraños algo sobre su porvenir. «Hay por aquí una joven, dijo á dos de sus conocidos, que antes del fin del año próximo consagrará en Reims al ver-
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