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Ultima hora.—Esta se arrodilla y vuelve á rezar lamentándose con dulce lloro. Primeramente se dirije á Dios á: la Santísima Virgen y á los Santos de su de- voción. Protesta de nuevo ante la muche- dumbre, que quiere morir cristiana como lo había sido siempre. y con su sencillez habitual pide á todos perdón como ella perdonaba á todo el mundo el daño que se le ha hecho. Abandonada de los franceses, piensa sin embargo en su Rey y en su país para de- fenderlos hasta la muerte, protestando y afirmando que ella sola, sin ser por nadie obligada, había arrastrado átodos á la gue- rra. Encomiéndase á las oraciones de los que la escuchan y pide á los Sacerdotes presentes allí, una Misa por el eterno des- canso de su alma. A la vista de su humil- de actitud y de su acento tan religioso, los corazones se conmovían, los mismos ingle- ses lloraban, y aun porel rostro de Can- chón corrían abundantes lágrimas. Pidió una Cruz, y un soldado la formó con dos pedazos de madera, y á ella se abrazó tier- namente después de haberla bañado con sus lágrimas y cubierto con sus besos. «Cumple tu deber» ordenó el Jefe al verdugo... Ultimos momentos.— Ya en la hogue- ra la pobre Juana, fué atada á un poste en
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