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Py" A Pre a ms ¡ ' his EN EN 4 34 y E y $ DÍ? Ni 4 4 3 A a a tasen la cabeza, no una sino siete veces. Hubiéranme llevalo á una prisión eclesiás- ticaá cuyo fuero me había sometido volun- tariamente; hubiera estado custodiada por gentedelglesia, y no por adversarios y ene- migos y nunca me hubiera sucedido cosa tan triste. Apelo á Dios erande justo Juez de todos los males é injusticias que me afligen... ¡Hermosa apelación y santa ple- garia de un alma tan pura y tan inocente! A] presentarse Cauchón: Vos, le dijo Juana, sois la causa de mi muerte y Dios os pedirá cuenta, Pidió confesarse y reci- bir la Comunión de la que estaba priva- da hacía seis meses. — «Concededla todo lo que pida» ordenó el Juez, dando así prueba de lo poco que se podía creer en la excomunión que había lanzado contra ella al condenarla como hereje endurecida y obstinada hasta la apostasía. El confesor de Juana (1) ha referido que era imposible decir con qué recogimiento y devoción cumplió sus últimos actos religiosos; en medio de qué lágrimas tan dulces y emo- cionantes oraciones que conmovían á los asistentes á aquella escena. (1) En aquella última la confesó el dominico P. Martín Ladveni, uno de los jueces engañados por Cauchón y que firmó todas sus injusticias como asesor, pero al oirla en confesión se convenció de ¡A inocencia de Juana, (N. del T). A

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