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cidla al lugar de donde la habéis sacado.» ¡La habían pues engañado! ¡Infames! lsa prisión.—Trátase ahora de sor- prender á Juana en cualquier acto, aunque inocente en sí mismo, que pudiese parecer como una sublevación contra la sentencia de sus Jueces. La obligaron á quitar su traje de guerra y sustituirlo por otro de mujer. (1) La don- cella obedeció; pero ante las violencias de su carcelero y ante el atentado innoble de un señor inglés se vió precisada á vestirse de nuevo con su hábito guerrero. Por este hecho, que solo realizó Juana constreñida por la conducta de sus mismos enemigos que habían preparado el lance del inglés quitándole su traje de guerra fué acusa- da de haber faltado á la palabra y de ha- ber vuelto á los errores pasados. Cauchón personóse en la cárcel para la información; y ya en presencia de la joven le dijo: «Ha biáis prometido no poneros ese traje.»— «No he hecho nunca ese juramento, res- pondió Juana»— (2) «¿Porqué os lo habéis (1) Según la fórmula que firmó Juana,.se obli- gaba á dejarel traje guerrero y á no cortarse el pe- lo... Esto era lo que ella entendió y aparece en el Proceso de Revisión No hubo pues de.su parte otra adjuración; aunque otra cosa conste en el proceso que sirvió para condenarla.(N. del 7). 2) Juana hizo la promesa de dejar el traje mas-

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