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111 — Enfermedad.—No es de extrañar que en medio de tantas fatigas y emociones tan desagradables acabase por enfermar la ilustre ce: mtiva, Los ingleses temerosos de que esta seles escapara con una muerte prematur: hidiefon venir dos médicos de París á quienes Warwich declaró que el Rey de Inglaterra no quería de ningún l modo que Juana muriese de muerte natu- ra La ha pagado muy cara para que se le escape así sin más ni más; es preciso qu muera á manos de un verdugo y que ade más sea quemada; curadla pues, lo más pronto posible.» No se podía ser más cini- camente cruel. Los médicos preguntaron á la joven la causa de su enfermedad y esta contestó sencillamente: «Creo que el ori gen de todo lo que sufro es un pez que he tomado enviado por mi Juez.» (1) Por res- puesta solo recibió de s é insultos que la trastornaron y produjeron una fiebre muy alta, á pesar' de la sangria que la ha- bíán hecho los médicos, (2) á quienes ad- del martes y miércoles. Si hasta entonces pudo forjarse alguna ilusión sobre aparente justicia de parte de los jueces se le cayeron ya los últimos ve- los y empezó á entrever la hoguera (N, del T). (1) En los A => aparece el nombre de pez; era carpa (A lel T) (2) No podemos consignar aquí la sar qa 1 que Juan D' Estivet empleó para insultar á Juana cuando esta declaró la causa que le parecía el ori- gen de su enfermedad. (N del 7).
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