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> 108: Dios. Para eso le pidieron se conformasi con loque la Iglesia había dicho y hecho respecto á su causa. Cauchón y los suyos arrocábánse en esto ellos solos. la repre- sentación de la Iglesia. haciendo hablar á esta según sus ideas personales de pasión y de odio; pero cayeron en el lazo que habían preparado á la inocente pere porque esta respondió valerosamente:— «Amo á la Igle- sia y deseo mantener con todas mis fuerzas nuestra fé católica y os declaro que no qui- siera hacer ni decir nada contra esta santa fé. Creo que nuestro Señor y la Iglesia son una misma cosa y que sobre esto no caben dificultades. En cuanto á lo que he dicho y hecho en nombre de Dios confio en nuestro Señor que me ha enviado y que me lleven ante nuestro Santísimo Padre el Papa que está en Roma y allí diré todo lo que debo decir». (1) Era un llamamiento ó apelación, que la salvaba de la tiranía y del juicio de sus verdugos, y á esta apelación, debieron haberla llevado al Tribunal de Justicia del Papa; más Cauchón á quien Juana recusa- ba como á su juez recordándole que era su enemigo capital y que tendría que dar (1) Téngase en cuenta que los jueces de Juana eran los fome ntadores del cisma de Basilea y que Cauce En era un triste instrumento de la Universi- dad de París que se declaró Regente de la Iglesia y del Reino (N del T).

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