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— 103 — lio juró decir la verdad en las cosas refe- rentes á la fe. «¿Pero porqué me dejáis las cadenas en los pies durante mi proceso?» preguntó ella con triste acento.—«Por- que habeis intentado escaparos», le res- pondieron brutalmente -- «Sin duda alguna replicó Juana, pero eso. está permitido á todo prisionero y si ahora pudiera esca- parmé lo haría sin podérseme acusar de faltar á mí palabra, porque sobre. eso na- da he prometido.» £n la misma sesión demandó al Obispa si quería oirla en Confesión, pues pensaba que tal vez abriéndole su corazón en el se- creto tribunal pudiera más fácilmente con- vencerle de su sinceridad y de su inocen- cia: El Obispo.se negó á ello, pero no pudo menos de sentir honda emoción. Interrogabánla sobretodo; las preguntas sé atropellaban múltiplicándose sin térmi- nO, y como á veces hablasen todos los Jue- cesá la vez, tuvo que atajarles Juana di- ciendo: «Señores hablen ustedes uno des- pués de otro > Se leyeron los procesos verbales y ella exclamó: «Veo que escribís todo lo que está en contra mía y nada de lo que abona en mí favor. «La doncella se mostró en todo superior á sus Jueces. (1) (1) Tanto en los interrogatorios públicos como privados los jueces y notarios habían mutilado en
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