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— (01— del Cielo, podía sostenerla en aquella dura prueba. Los Jueces.—«Es preciso que sirva- mos lealmente al Rey de Inglaterra y de Francia.» Había dicho con alegría infernal aquel que se había encargado de la villana labor de condenarla. Pedro Cauchón, que según rezan historias dignas de fé, había recibido en esta ocasión más de 100.000 francos como lo atestiguan también docu- mentos firmados de su puño y letra, se había asesorado, como Presidente que era del Tribunal, de numerosos personajes am- biciosos, bien retribuídos Ó simplemente honrados, pero tímidos y puestos al servi- cio de Inglaterra que había expulsado de su territorio á todos los sacerdotes y perso- nas eclesiásticas sospechosas de guardar alguna amistad con Carlos VIL Muchos de los que formaban el Tribunal podían ser enemigos de Juana de buena fé creyendo sinceramente en las calumnias que se propagaban contra ella, calumnias quela hacían merecedora de los castigos más severos si fuesen una realidad. (1) Mi- raban como digno de muerte al que hiciese (1) Muchos asesores fueron engañados con los artículos de acusación contra Juana, creyeron en efecto que eran verdaderas acusaciones, y supuesta la verdad de las acusaciones juzgaban á la Donce- lla adversamente (N, del T).

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