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PRÓLOGO | La Santa guerrera de Lorena, la simpá- tica Juana de Arco, me pidió en el año de su Beatificación un recuerdo de mi ca- riñoso querer..... Su visión celeste envuel- ta en túnica de color azul, acariciando su frente Una luz inmaculada con neva- do tul flotante sobre sus risos... A sus pies los arreos pesados de sin igual gue- rrera con el escudo de Carlos VII en su una mano y su estandarte glorioso en la otra... Las gentes aglomerándose en de- rredor suyo, aclamáronla en todos los tonos y en todas las lenguas ¿mvicta - y Santa..... Eso me decidió á tomar la pluma y poner en la prensa este escrito. La lec: tura de su vida arrojó sobre mi alma mundos de luz, ríos de flores; abrió hori- zontes sin fin de eterna gloria... Como la fragancia de las flores revela el suave aliento de Dios, los hechos de Juana de Arco, nos revelan la virtud del Todopo- deroso. Ningún párecido tienen con la historia PA AZ se O A