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— 89 tiago cuando una inmensa muchedumbre la rodeó para aclamarla; pero ella con acento entero y triste del que se acordaron siempre con emoción, los que la oyeron, díjoles: «Mis queridos amigos; sabed que me han hecho traición y que me han ven- dido; muy pronto seré entregada á la muerte; ya no podré servir ni al Rey ni á Francia, os suplico que rogueis á Dios por mí.» La heroíca joven solo pensaba en la salvación de su patria; y por eso, á la no- che siguiente, con los pocos soldados que la seguían atacó al enemigo y le causó da- ños muy serios. Vencida.—Era el 23 de Mayo, y á ruegos de Guillermo de Flavy, goberna- dor de Compiegne salió de noche contra el enemigo que amenazaba á la ciudad. En Compiegne todo el mundo estaba entusias- mado. «En nombre de Dios. adelante, gri- tó Juana á los suyos, obligando á los bor- goñeses á entrar en Margny. En este mo- mento las torres de la ciudad echaron á volar sus campanas, y luego se conoció, que era la señal convenida con el enemigo para su avance. En efecto; como por en- canto surgieron 'estos de uno y otro lado contra las valientes huestes de Juana. Los jefes del ejército de ésta. quisieron reti- rarse; más: «No, no, gritó Juana, solo de-

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