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el Rey en el castillo de Sully-Sur-Loire do- minio del triste señor de La Tremoille, ale- jóse un día sin avisar á la corte, bajo pre- texto de ir al campo; y era verdad, pues iba á Lagny-Sur-Marne, de donde podía ir facilmente á París. Allí recibió una comi- sión de señoras y mujeres honradas que creyendo en su virtud buscaban ayuda en sus oraciones. Un recién nacido acababa de morir sin haber podido1ecibir el bautismo; y la iiadre desolada, no cesaba de rogar á Dios para que le resucitara con el objeto de qe recibiese el bautismo. Hacía ya tres días que las mujeres y jóvenes de la ciu- dad rogaban por este mismo intento, pero en vano. Nuestra heroína quiso asociarse á elle3 para orar también, y el niño reco- bró ¡1 vida el tiempo preciso para ser bau- tizad >. A; rededor de París.—La joven gue- rrers ocupóse en formar su pequeño ejér- cito que se compuso de trescientos ó cua- trocientos hombres; pero en el momento preciso le faltó el socorro con que ella conte ba para entrar en París. Supo que un jefe de bandidos se dispo- nía á entrar en la capital de Francia, para continuar el pillaje á la cabeza de 400 hom- bres intrépidos todos ellos y resueltos. Marchó Juana á su encuentro y no consi- guiendo nada con sus medios ordinarios,