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ocuparse de los fugitivos, gritaba como si en efecto viera á su servicio los 50.000 gue- rreros: «Manos á la obra todo el mundo; que se construya un puente»; y el puente fué construido con gran asombro de todos y tomada la ciudad. Nuestra heroína, á quien la hipocresia y la hostilidad del Consejo Real ponía tra- bas, no dejó de pelear buscándo ella mis- ma soldados y víveres para su pequeño ejército. Derrota.—En el sitio de la Caridad en Nievre, los asaltos flojos y duraderos fue- ron rechazados; en vano Juana se multipli- có y procuró arrastrar á sus hombres; los soldados franceses heróicos y decididos, pe ro faltos de todo sin municiones y sin ví- veres, tuvieron al fin, que retirarse. El ejército de la Doncella estaba vencido; la traición triunfaba para desgracia de Fran- cia y de Juana. Comunicaron á ésta un pro- yecto de paz que se espera llevar á cabo, con el duque de Borgoña siempre aliado de los ingleses. »No se tendrá la paz si no se va á buscarla con la lanza» respondió ella. Una resurrección.—Reducida á la inacción la enviada del cielo, pensó prepa- rar en secreto una nueva campaña contra el enemigo en el mismo Paris. Teniendo que quedarsealgún tiempo con

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