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NATURALEZA DEL HOMBRE E3 viventem». Por eso en ese amasijo de polvo del hombre centellea un espíritu como de ángel. Por lo que tiene de tierra y de polvo, es un ser amarrado a la roca del tiempo; mas por lo que tiene de alma espiritual, es un ser que está llamando constante- mente a las puertas de la eternidad. El hombre lleva en la frente centelleante la: diadema del pensamiento. Diríamos con una frase poética, que es un pedazo de barro donde Dios incrustó un pedazo de cielo... —Esa unión de alma y cuerpo, ¿es una verdad de la ciencia? —Lo es, aunque como siempre haya científicos que la rechacen. No podemos evitar que algunos pocos avisados pensadores duerman a veces o sue- ñien como el buen Homero. Para los que no admiten más que materia, está de más el espíritu. Dicen que eso del alma incrustada en el cuerpo es una simple tradición recibida de pueblos retardatarios y arrai- gada en siglos obscurantistas. Para ellos el hombre es a la manera de un tubo digestivo abierto por los dos extremos. Baja comparación por cierto, pero lo bajo no está en la comparación, sino en el concepto deprimente que entraña esta doctrina materialista de filósofos que tratan de construir una «psicología sin alma», explicando todas las manifestaciones de la conciencia inclusive, por medio de una causalidad puramente material. —Verdaderamente que es una filosofía pobre y que está en pugna con toda observación racional. —Hacéis muy bien en descender a la «observa- Unidad compuesto mano. del hu- O eta

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