BCCPAM000R09-1-33000000000000

80 El, PROBLEMA RELIGIOSO des races humaines, la armazón ósea es idéntica en el hombre de todas las épocas. La uniformidad de las manifestaciones intelectuales, lo mismo en la edad de los metales que en la edad de piedra, que en pueblos -unidos con vínculos sociales que en los se- parados por abismos de mar o por soledades del desierto, acusa siempre unidad de especie. Nadaillac en el Rapport al Congreso de Friburgo de 189, decía lo mismo que decimos ahora. Finalmente quiero declararos que en el mundo orgánico, ora se trate de animales o de plantas, los cruzamientos de individuos de distinta especie son infecundos o engendran seres híbridos monstruosos, estériles (1). En cambio el cruzamiento de hombres de diferentes razas supera en fecundidad a los de la misma raza, y esa fecundidad no se agota en los padres que se cruzaron, sino que se dilata a través de los siglos. Eso prueba que no podemos alejar- nos de la unidad de la especie, de la cual es argumen- to decisivo el que en todas las razas y en todas lati- tudes tienen los hombres las mismas características humanas: el mismo andar recto, la misma tempt- ratura media, la misma rapidez en el pulso, el mis- mo tiempo de gestación, la misma perfección admi- rable de la mano. Alguien dijo con mucha verdad, que la mano del hombre revela un geómetra divino; ese alguien fué Blainville. (1) V. Marq. Naidallac, Le probléme de la vie, pág. 34. París, 1893. AS Ei ADE ANA

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz