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LA CREACION DEL HOMBRE 73 pensamiento tuvo un telar de fantasía. Tuvo su boga «universitaria» pero nunca una boga «cientifi- ca». Sus mismos amigos impugnaron sus teorías. —¿En consecuencia, pues, el dogma católico re- chaza toda evolución a priori? —Sería un disparate el afirmarlo. La doctrina católica no define sino la verdad, no rechaza sino el error. Las cuestiones no reveladas que rozan con la ciencia y forman su patrimonio de cultura, se dis- cuten dentro de la doctrina católica con entera li- bertad. No rechaza pues a priori toda teoría de evo- lución. En la misma formación del primer hombre, aunque es directa la acción creadora, cabe un mar- gen de hipótesis en cuanto a la preparación anterior de la materia corporal, no, empero, en cuanto al es- píritu. La fe todavía no ha prohibido la teoría de que el cuerpo humano fuese producto inmediato de la evolución. Mazzela (1), Guibert (2) y el Car- denal González (3), tratan el asunto con mayor am- plitud, pues en nuestro propósito no encuadra ma- yores explicaciones ni honduras científicas. Diré, pa- ra terminar, que aun circunscrita la evolución al cuerpo humano, únicamente desde el punto de vista de las ciencias naturales, la inconsistencia de los ar- gumentos que se quieren sacar de la Paleontología Bíblica Morfológica es clara (4). (1) De Deo Creanta (2) Les origines, 4.* edición, 1905, (3) La Biblia y la Ciencia. (4) El origen del hombre, por José Ubach. El dogma no rechaza a prio- ri toda ción, evolu-

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