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PRETENSIONES DE LA CIENCIA MODERNA 27 —La razón de que se busque la verdad es el deseo de poseerla... quien la busca sinceramente la en- cuentra. Sin embargo me vais a permitir anticipa- ros un consejo: Cuando busquéis la verdad no os paréis en ella, buscad también «sus resultados». —¿Por qué me da usted esa advertencia? —Porque muchísimos del campo enemigo dejan de buscar la verdad por temor «a los resultados de ella.» Quien no quiere ser consecuente con la ver- dad, no merece conocerla. —Entrad pues, en materia, que a todo estoy apa- rejado, y me inquieto ya con la demora. Deseo luz, luz, verdad, claridad. —No busquéis en la tierra evidencia absoluta de las cosas. La luz es un don del pensamiento divino. Creo y lo demostraré más tarde que la evidencia, en el actual estado del hombre, le sería funesta en muchos asuntos religiosos. Ello no quita que este- mos en la posesión de la verdad y en condiciones «absolutas de poderla demostrar científicamente» co- mo «conviene al hombre». La luz de la verdad religiosa es apacible, serena, pero positiva. Los resplandores aparatosos de la cien- cia falsa son incendios que no iluminan sino porque telampaguean. Cualquiera diría que su iluminación procede de la explosión de materias de suyo oscuras. —¿Piensa usted acaso que la inteligencia de los incrédulos es nonada? —La de ellos puede ser altísima, y la de los cre- yentes humilde; pero la suya es grande a manera del

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