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PRETENSIONES DE LA CIENCIA MODERNA 25 —¿ Podía usted demostrármelo? —Estoy a vuestras órdenes... y espero lograr vic- toria completa en mi exposición. —También yo he leído libros muy sabios donde se analiza el contenido del dogma católico y lo com- baten. —¿Qué quiere decir eso? Que todas las armas de combate de la incredulidad contra la fe se mellaron en la roca granítica del Credo, y que al cabo, la ver- dadera ciencia ha doblado la rodilla ante el mila- gro divino de nuestra religión. —¿Pero no dicen que la ciencia es opuesta a la fe y al dogma? —La pseudo-ciencia o ciencia llamada moderna sí, como he manifestado; pero la ciencia verdadera, no... pues ella reconoce que bebe la savia que le nutre a la sombra de la Cruz y del Santuario. —¿Por qué hacéis esa distinción de ciencias? —Porque la ciencia, dueña y señora de la verdad tiene una genealogía y estirpe distintas que la cien- cia llamada moderna. —¿ Pues qué entiende usted por ciencia moderna ? —Tal vez se emplea mal ese adjetivo, porque también la verdadera ciencia es de hoy, pero se dice «ciencia moderna» a la que se desenvuelve inde- pendientemente del orden superior y niega el or- den sobrenatural: la ciencia que se engendra en los laboratorios mal dirigidos, y sale de allí esparcien- do dudas y sombras en los cerebros mal orientados. —¿Qué pretende esa ciencia ? La ciencia no es opuesta a la fe.

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