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274 EL PROBLEMA RELIGIOSO los eclesiásticos. Si los Evangelios se hubiesen escrj- to en nuestros días, habría quien aconsejara su- primir la narración de la traición de Judas y de la negación de Pedro, para no chocar a las concien- tias delicadas (1).» - —Lo que me dice usted, me produce estupor. —Es que el Pontificado romano, como dice el doctor López Peláez, no puede temer nada de la crí- tica seria y elevada. No hay en el mundo ninguna institución que cuente con tantos individuos virtuo- sos y tan poco depravados y encima, que revista tanta gloria a pesar de algunos lunares... —¿Pero los Papas no deberían ser santos todos? —Eso es exigir más de lo que exigió Jesucristo mismo. El Fundador divino de la Iglesia hizo infa- lible al Papa, en atención a la grey universal, infa- lible no como doctor particular, sino como jefe de la Iglesia y cuando habla como tal. Esto era recla- mado por toda la Iglesia, a fin de tener la seguri- dad de la enseñanza papal; pero no le hizo impeca- ble, para que se vea a través de los siglos que por encima de lo visible está lo invisible... No ember- gante esta pecabilidad humana, causa admiración el que no haya habido más debilidades, el que hayan sido tan pocos los malos. Tan pocos han sido, en efecto, que Wiseman afirmó que si entre los após- toles hubo uno que hizo traición al Maestro, la pro- porción que existe entre los que fueron buenos y los (1) Zamm. León XIII e la scienza, pág. 24.
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