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La fe como elstema de ideas 230 EL PROBLEMA RELIGIOSO —¿Y por qué han de perder su fe por darse a los halagos que les pide su edad?... —Muchas veces no es que pierdan la fe, sino que se conducen como si no la tuvieran; se avergiien- zan de su Credo en público. Téngase, ahora, en cuenta, que Dios no puede consentir el que su Reye- lación subsista en nosotros en estado de vana teo- ría, como una especulación filosófica. De ahí que se haya dicho perfectamente que la fe sobrenatural es en el hogar de nuestra alma como una especie de «extranjera celestial», que nos abandona en cuanto rehusamos doblar la rodilla o la cabeza para pres- tarle acatamiento. La fe puede permanecer en el hombre pecador, pero «muerta», y su inmovilidad se parece a la suspensión de la vida... La verdade- ra fe, la «extranjera celestial» que anima, vivifica y hace meritorios los actos, no existe. Poco después la fe muerta llega a volatilizarse... no existe tam- poco... queda sepultada en el medio social, —Mas ¿por qué ha de morir y volatilizarse? ¿No puede permanecer en el hombre como un sistema de ideas ? —Puede, en efecto, por algún tiempo. Pero la fe inactiva socavada por un vicio del corazón está sen- tenciada a muerte... Todo órgano que no funciona, está herido de una especie de parálisis. Cuando las facultades humanas, sean cuales fueren, han perma- necido durante mucho tiempo aletargadas, acaban por contraer una debilidad semejante a la impoten- cia... A la fe le ocurre lo propio; y aunque la falta

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