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DE LA RELIGION CATOLICA 259 —Más que a la inteligencia. Un corazón recto es el primer órgano de la verdad... El razonar cons- tantemente podrá hacer al filósofo, pero no hace al creyente. Razonar constantemente es la máxima de los espíritus mezquinos... El corazón vale más para la vida y para la felicidad. Por eso el hombre debe vigilar a su corazón, más aún que a su inteligencia. El exceso de razonamiento produce cansancio y fa- tiga a la conciencia, es su Tártaro actual. —¿Será pues preciso archivarlo en algún con- vento a fin de conservarlo en la fe? —No hace falta que lo separéis del mundo donde vivís; pero conviene tener entendido que así como enseña la ciencia que los medios reaccionan sobre los cuerpos con los cuales se hallan en contacto, así en- seña la experiencia que el medio social actúa sobre el corazón como sobre la inteligencia. Desde luego, lo espiritual es por definición más impresionable que lo corporal, y por tanto el corazón y el pensamiento deben experimentar con mayor fuerza que el cuer- po el influjo del medio. Os diría que si la inteligencia es a manera de esponja que se empapa en las aguas en que está sumergida, el corazón es el combustible que se arroja a la hoguera para que se consuma. Por eso no quiero dejar de deciros que muchos jóvenes que se jactan de ser autores de su incredu- lidad, no son otra cosa que meros «recipientes» del medio... Esa es la gloria que les cuadra a muchos «se dicentes» incrédulos entre la juventud... escla- vos del medio, Esclavos del medio...

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