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Nuevos facto- res de la incre- aulidad. EL PROBLEMA RELIGIOSO Un tiempo fué: mis labios infantiles abríanse gozosos para orar, y en los días más grandes de la Iglesia ante el Señor hincadas las rodillas flores y preces le rendía al par. —¿Cree usted que la juventud actual que vive ale- jada de la primera creencia puede reaccionar y vol- ver a la antigua? —Creo que una gran parte de la juventud está todavía en la fe... A los que no pueden decir: «creo», yo les diría lo que decía Bossuet en su tiem- po: «Limpiad el templo de Dios y penetraré nueva- mente en él.» Los jóvenes deben recordar a este respecto: «El león y la lágrima», de José Rodó (1). —¿No cree usted que haya otro factor de la ac- tual incredulidad en la juventud fuera de la ense- ñanza? —Por desgracia hay muchos... Al salir el joven de sus aulas, lleno de ilusiones y de corrupción mo- ral más que de ciencia, encuentra en su camino otros medios que influyen para que pierda completamente la fe. Clubs, casinos, salones... y sobre todo el im- perio del mal ejemplo y del respeto humano. Ade- más debo declararos que hay sociedades secretas em- peñadas en una labor subterránea para corromper (1) La fe de la infancia por las circunstancias queda petrificada y aletargada; no se cree en nada; pero aquel germen benéfico que lleva el hombre en sí, se despierta un día como la lágrima en el león del cuento y con un tirón glorioso se quita la envoltura de piedra y vuelve a creer.

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