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DE LA RELIGION CATOLICA 251 ticos y jurisconsultos. Creo con Bacon, Copérnico, Descartes, Pascal, D'Agguesseau, De Maistre, Bo- nald, Luis Vives, Suárez, Balmes, etc. Soy creyente como los más altos literatos y poe- tas: creo con Cormeille, Racine, el Dante, Tasso, Mil- ton, Cervantes, Klosptock, Calderón, Lope de Vega. Soy creyente como los grandes militares: creo con Carlo Magno, Godofredo de Bouillon, Tancredo, Bayardo, Dugueselin, Juana de Arco, Gonzalo de Córdoba, Juan de Austria, Sobieski, Turena. Creo también con Napoleón el cual decía: Yo soy cristiano católico romano; mi hijo lo es igual- mente y me disgustaría grandemente que no lo fue- ran sus nietos... Ved ahí una bella profesión de fe. —Cree usted que la religión católica es también de verdad beneficiosa para los pueblos modernos? —Acabo de citaros a Napoleón que escribió estas palabras: «El servicio más grande que he hecho a la Francia consiste en haber restablecido la Religión Católica (1).» —¿Cómo es explicable todo esto cuando la cien- cia es vida y el dogma de la Iglesia tiene un carác- ter muerto? —Es una calumnia decir que la Iglesia es una obra muerta, porque el mismo Jesucristo la compa- (1) Federico 11 de Prusia al ver la criminalidad en au- mento llamó a su ministro y le dijo: «hacedme religión en el pueblo»; y eso que parecía ser tan incrédulo. Los pueblos dinámicos y la Iglesia.
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