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DE LA RELIGION CATOLICA 245 Dios sobre ella. El Catolicismo no teme confesar la verdad respecto a las deficiencias del elemento huma- no en la Iglesia de Cristo. El Catolicismo tiene san- ciones severas contra sus ministros que se hagan indignos de sus funciones. No puede exigir ni puede enseñar que su jerarquía visible carezca de faltas en absoluto. Al contrario, consiente la publicación de lo malo que puede haber junto a lo bueno, para que la crítica haga justicia y brille la verdad en las tinieblas. —Los modernistas no admiten la divinidad de Jesucristo ni de su Iglesia. —Para el caso nada nos importaría eso... El que Jesucristo haya hecho milagros y haya sido el Enviado basta para dejar bien: probada la verdad de su obra... ¿Con qué otra cosa más sabia puede reem- plazarse la Religión de Cristo? ¿Qué vacío no deja- ría en los corazones y en la historia la supresión de dicha religión? Si Jesucristo fué el mayor hombre del mundo, si con Jesús no admiten comparación los demás mortales, aunque de hecho careciera del carácter divino ¿sería científico abandonar su tes- timonio? ¿Sería honrado dejar su religión por lo que digan Renán, Zola, Harnack, etc.? Y encima de eso ¿por qué se abandona la Religión Católica? ¿Aca- so por otra cosa mejor? ¿Seremos más honestos, más caritativos, más justos, más piadosos en otra religión?... No ciertamente. Por eso fué tan acla- mado Jesús (ben Neser) de Nazaret, y al «Gloria in excelsis Deo et in terra pax hominibus» de los ángeles se unió después el «benedictus qui venit in Los modernistas.
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