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DE LA RELIGION CATOLICA 241 ble»... La Iglesia a través de la historia puede re- petir las palabras del Divino Maestro: «Si yo no hu- biera realizado en presencia del mundo obras ma- ravillosas, tales que nadie ha sido capaz de hacer no tendrían culpa los hombres negándose a creerme (Joan XV, 24). Mas una vez demostrada la divini- dad de Jesús y confirmada la Iglesia con el sublime espectáculo de los carismas, de los milagros, de los Santos, etc. y sobre todo, de sus victorias sobre el paganismo, coronadas con una propagación gloriosa de mártires innumerables, ya mo cabe excusa. San Agustín hacía el argumento siguiente: La Iglesia se propaga con milagros o sin milagros. Si con mila- gros, luego es divina; si sin milagros ¿qué mayor mi- lagro que ese?... Contra todo un Imperio y con- tra todos los errores y pasiones, atravesar triunfan- te la nave espiritual de unos pobres pescadores hu- manos, imponiéndose a todo y sometiendo a su yugo a los mismos emperadores, ¿qué mayor milagro? Desde luego que para la razón serena basta el si- guiente raciocinio: Supuesto que Jesucristo es el fun- dador de la Iglesia y Jesucristo es Dios, nada se puede objetar contra la religión de la Iglesia Cató- lica pura, santa e inmaculada. —Me ha dado usted base para una nueva obje- ción. He oído explicar a un profesor que la per- secución de Nerón fué motivada por el incendio de Roma causado por los cristianos. —El infundio del incendio por los cristianos fué una de tantas calumnias, y aún parece que el éxito de 16 El incendio de Roma y los már- tires,

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