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ia crund SA o 240 EL PROBLEMA RELIGIOSO cia historia es la que demuestra los hechos. La uni- versal conciencia del caso no deja lugar a duda. Ade- más Jesucristo mismo hizo la prueba de su divini- dad diciendo: «opera quae ego facio testimonium perhibent de me» Las obras que-hago testifican de mí: (Joan XI) y añade bien convencido de lo que afirma: «Si no hago las obras de mi padre, no me creáis» (X). Por eso cuando San Juan (1) le envió aquella famosa legación preguntándole ¿quién era? ¿Tu quis es? ¿Eres el que ha de venir? Contestó Jesús: decid a Juan lo que habéis visto y oído: «los ciegos ven, los sordos oyen, los muertos son resuci- tados, los pobres son evangelizados»... que eran precisamente las obras que el profeta anunciara co- mo propias del Mesías, Hijo de Dios. Realmente, no pudo ni aun imaginarse sin la intervención divi- na que hayan podido ser los profetas «evangelistas anticipados». A Isaías particularmente, por la exac- titud con que describió la vida de Jesús, se le llama «el quinto evangelista». Desde que tuvo el mundo la realidad de figuras pasadas y el cumplimiento de las profecías, estuvo en posesión de la plenitud de la gra- cia y brilló con todos los fulgores la Religión Revela- da, que Jesucristo asoció a la Iglesia por El fundada y que forma hoy la «Congregación de sus fieles bajo el cayado del Papa, Vicario visible de Cristo invisi- (1) «La ley y los Profetas han durado hasta Juan. Des- pués acá ya el reino de Dios es anunciado claramente y to- dos entran en él a viva fuerza, esto es: mortificando sus pasiones.» Luc. XVI-16.

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