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O E A E 234 EL PROBLEMA RELIGIOSO dir su enseñanza verdadera con las falsas. Porque si en todo valor fiduciario debe haber garantías, mu- cho más en esta obra necesaria al género humano, que se llama religión. —Me parece muy perfecta razón... —Tanto es más necesaria esta garantía cuanto que el hecho religioso se presenta en todas partes con la pretensión de ser inspirado del cielo, —Con eso ahogáis en la garganta del incrédulo una de sus más espaciosas objeciones, que consiste en decir que todas las religiones presumen de ser divinas... —Eso nos objetan; pero Dios que sabía el cami- no de las objeciones les salió al encuentro estable- ciendo claras diferencias entre su obra y las obras humanas. Lo mismo el budismo que el judaísmo y el confucianismo, etc., etc., poseen un cuerpo de doctri- na que sus secuaces suponen inspirada. Por donde vemos que todas las razas y naciones creyeron que la religión era cosa tan sagrada que debió venirnos del cielo... Las coincidencias sincrónicas de otras religiones con la verdadera pudieron también cau- sar cierta duda. A esto obedece la afirmación de un rector intelectual incrédulo al decir que la Revela- ción Cristiana no difiere esencialmente de otras que se atribuyen diferentes religiones. Admite que el Cristianismo sea una forma más perfecta que otras y la más perfecta forma religiosa de las que hasta ahora se han presentado. Ya hemos hecho constar que las coincidencias en ciertos puntos doctrinales

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