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AN edi a e - A O eo a ici | ¿ d 4 226 EL PROBLEMA RELIGIOSO turales, comparad lo que se pensaba en la antigije- dad y lo que se piensa ahora... Las doctrinas filo- sóficas antiguas sobre el infanticidio y los vicios que se cubrían de púrpura, cuando ahora, aunque exis- tan, están cubiertos de baldón e infamia. Puede tomarse por punto de estudio la mujer... ¿Qué era en el paganismo y qué es en el cristianis- mo?... ¡Qué diferencia tan radical! Al considerar, pues, los beneficios que la fe derra- mó sobre el mundo, se tiene opinión muy favorable acerca de la influencia de la fe en los hombres. En este asunto, además del bien positivo que se ye como resultado de las creencias, débese atender al mal que ellas evitan. Para calcular la fuerza de las nuevas ideas cristianas, no tiene menos importancia lo segundo que lo primero. Podemos traer la com- paración de los tribunales de justicia. Aunque no hi- cieran mucho bien, ¿cuántos crímenes no evitan? Su- poned que se suprimen los tribunales, que el ladrón y el asesino y el adúltero, etc., sólo tuvieran que temer a la opinión y a la restitución, ¿qué crímenes que no se perpetran no se perpetrarían? Y el evitar el mal, ¿no es sin duda producir un gran bien? Suponed que no hubiera hecho su aparición la idea divina, que no se hubiese establecido la Religión Revelada, que no se nos diera ninguna idea de Dios ni del pecado ni de la otra vida, ¿qué sucedería?... Todos seríamos pro- fundamente inmorales; en verdad un hombre sería lobo para otro hombre, y la sociedad caminaría rá- pidamente a la abyección.
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