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REVELACION Y RAZON 221 tes; pero no puede esclarecer las misteriosas, añade el marqués de Voldegama. Pensamiento este que necesitara explicación, pero que en el caso presente prueba que el hombre está llamado a reconocer su imperfeción mental... En el dogma hay una obs- curidad profunda, pero no hay una imposibilidad lógica. Si hay mucho de obscuridad no hay nada esencialmente contradictorio a los ojos de la ra- zón... El hombre no puede huir de la obscuridad católica sin condenarse a sí propio a palpar una obs- curidad más densa... Escribe un eminente orador: Si en una de esas noches serenas en que el firma- mento parece lirio inmenso cuajado de gotas de ro- cio os asomáis a un telescopio... habréis descubier- to en la inmensidad unas manchas blanquecinas ape- nas fosforescentes que parecen amasadas con luciér- nagas cogidas en nuestros campos; son las nebulo- sas. ¿Dónde está la obscuridad, en ellas o en nos- otros?... Es efecto de la inmensidad de la distancia en el espacio. —Cabalmente es la inmensidad de Dios que en su fielo nos revela el misterio y nuestra razón quiere comprenderlo inútilmente. El telescopio de la fe nos descubre la existencia maravillosa de las grandes ne- bulosas divinas que son en sí soles divinos de eter- na claridad. Ahora las vemos bajo el velo misterio- so. Día llegará en que nos sea permitido verlo todo cara a cara. -—Siendo el pensamiento luminoso, debe percibir

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