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REVELACION Y RAZON 215 —La objeción carece totalmente de fuerza. Si es necesaria la revelación, hay que aceptar la religión revelada (1). A Dios no le pueden ser igualmente agradables todas las formas religiosas desde que re- vela una como suya. Dios no podía faltar a la nece- sidad del hombre y le vino a socorrer enseñándole el camino verdadero del destino final. Como no pudo faltar a esa necesidad, tampoco puede aceptar otra forma religiosa que la necesaria para que el hombre cumpla su fin. ¿Podían tenerse por igualmente bue- nas religiones contradictorias? Sería de parte de Dios la negación de sí mismo que es verdad esen- cial... ¿Qué razón tendría el haber derramado los divinos tesoros de su verdad y bondad sobre el hom- bre si cualquiera forma religiosa era bastante para salvarse? Aquel que hizo brotar la flor en la planta hizo brotar en el corazón el sentimiento religioso, y aquel que pone la espina en la flor pone el remor- dimiento en la conciencia que le dice: has hecho mal, El hombre no puede vivir a capricho ni profesar fal- sa religión. No hay que darle vueltas: El hombre se ye con espanto rodeado y combatido por las olas de ese océano de misterios de que habla Littré. (1) Si todas las religiones fuesen buenas, pudiera uno ser católico en Roma, protestante en Inglaterra, musulmán en Constantinopla, budista en Ceilán, confuciano en China. ¿No sería esto ridículo? Lo que no es verdadero no es bue- no... Por lo mismo que la Religión verdadera es la reve- lada por Dios, es ella la defensora de toda verdad, aroma de la ciencia, y la que le preserva de su corrupción.

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