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La ciencia. 16 EL PROBLEMA RELIGIOSO que las genealógicas que tejiera Homero para los héroes de Troya; es decir, ninguna, por ser obra del telar de la fantasía. —¿No es posible que haya entre ellos quiene combatan de buena fe una religión de misterios? (1) —Sin duda que algunos podrán combatirla de bue- na fe, pero no con buena lógica o con buena cien- cia. A la ciencia no la pueden sorprender los miste- rios cuando desde la cuna hasta el sepulcro el hombre se desliza entre ellos, siendo el mismo hombre el pri- mero y el más grande de los misterios de la ciencia. —¿Qué es para usted la ciencia? —Una palabra que honra el talento; un tesoro que honra a la humanidad; una luz que honra la gran- deza del universo. —¿Qué debe ser la ciencia en si? —Debe ser un palacio ideal al servicio del géne- ro humano, una catedral del pensamiento con sus torres enhiestas hacia el cielo. —¿Por qué? —Porque la ciencia debe prepararnos el camino para la verdad, mostrárnosla hermosa y pura; pero la verdad entera, integral; la verdad del tiempo y a la vez de la eternidad. —;¿Puede la ciencia hablarnos de cosas infinitas y eternas? (1) Jouffray dijo después de convertido: «Yo era in- crédulo pero detestaba la incredulidad.» Una noche de di- ciembre se le rasgó el velo que la ocultaba.

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