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par q *: ni e A e Derivaciones de la razón re- re- ligiosa velación. sin 210 EL PROBLEMA RELIGIOSO cionalista Negri. El resultado de los adelantos cien- tíficos han sido inmensos y nulos; inmensos por lo que mira a los efectos materiales; nulos en lo que toca a los efectos morales. Harnack hablando en Berlín en 1900 a un grupo de 600 estudiantes, les dijo: «Hay que confesar que en lo referente a los problemas más vitales e importantes para el hom- bre, cuales son: de dónde venimos, adónde vamos, etc., la ciencia contemporánea ha realizado progre- sos insignificantes. La ciencia no nos descubre más que un segmento de la curva del mundo y de la vida, pero no sabe nada ni de sus comienzos ni de sus términos.» Esa es la razón civilizada. ¿Será, pues, bastánte para declararnos los arcanos del mis- terio y de la religión? Ved por qué es necesaria la revelación, no precisamente para las ciencias, sino para la salvación, y donde está esta revelación, está la religión verdadera. —Decidme algunas aberraciones en que incurrió la razón religiosa sin el apoyo de la revelación. —Algo os podré decir en pocas palabras. Antigua- mente se practicaba la trepanación de los difuntos sin duda para que volaran libres las almas. Otras veces se practicaba hasta en los vivos para libertar- los de algún espíritu atormentador. Hasta se esti- laban las descarnaciones presepulcrales que practi- caban en los cadáveres, pintando después su esque- leto de rojo subidísimo, tatuaje que acaso se em- pleaba, dice A. Bros, como una ceremonia mágica a semejanza de las tribus africanas de nuestros días.
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