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REVELACION Y RAZON 209 su unidad. ¿Qué diremos pues de otras verdades más arduas? La tradición sobre Dios, que es una suma y herencia en legados intelectuales, nos ofrece un sis- tema de mitologías en lugar de verdades. La mito- logía que con su lira en la mano se presenta en las puertas de todos los pueblos antiguos, apenas ha podido envolver en un cendal de leyendas la infan- cia de los pueblos y el origen del hombre. No faltó en esa leyenda mitológica el orden religioso, pero deformado, mutilado, imperfecto. —¿No conocía al Dios verdadero, por ejemplo, el gran pueblo judío? —Sí; era el único pueblo fiel a esa moción; pero eso obedecía precisamente a la Revelación que se transmitía de Dios a Adán y de éste a todos los pa- triarcas y profetas. El pueblo judío, por revelación, tenía la religión verdadera. —¿Por qué habla usted de Religión verdadera? —Porque no toda religión lo es. La religión debe ser una, como uno solo es el Dios Creador y fin úl- timo. Una es también la naturaleza humana. La re- ligión de Dios uno, solo por El pudo revelarse y sola ella es la verdadera. Las religiones absurdas son desviaciones de la razón, y ellas prueban que no es suficiente la inteligencia sola para acertar en el camino de la vida. —Para ustedes, la Revelación es todo, y la razón es nada. —No es eso. La Revelación es lo principal, la ra- zón es algo. Debo repetiros el pensamiento del ra- 14 La Religión verdadera por la Revelación.

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