BCCPAM000R09-1-33000000000000

ÓN ¡ A din li ia 208 EL PROBLEMA RELIGIOSO ral sin revelación, por lo mismo que para ello no puede bastar lo natural. —Si la razón del hombre no puede guiarnos a nuestro final destino, entonces ¿para qué nos la dió el Creador? —No confundáis las cosas, que de eso brotan a granel las objeciones. Una cosa es la Religión natu- ral y otra la Religión sobrenatural, que responde a esta elevación. Nuestra razón puede alcanzar muchas verdades del orden natural empezando por la exis- tencia de Dios; pero el orden sobrenatural está so- bre sus fuerzas. Todavía para humillación nuestra debemos decir que aun en lo que hace al orden na- tural, por un cúmulo de concausas, se hacen impo- sibles muchas de las verdades necesarias, o por lo menos se nota la necesidad de una luz superior para no errar. Tended los ojos por toda la prolongación de la historia y veréis cuán turbias y cenagosas vie- nen las aguas del río en que la humanidad navega... Sin una luz de lo alto, el hombre navega como un buque que no tiene capitán, en medio de un clamo- reo de pasiones, que parece una tripulación sublevada. —Explicadme eso un poco más, que me agrada, —Reparad la misma noción de Dios que es tan fácil por la consideración del mundo; ¿con qué erro- res y fábulas no ha sido envuelta? A causa de las debilidades humanas y de la alteza de la idea, solo unos pocos filósofos llegaron a tener noción verdade- ra de la unidad de Dios. No hablo de la comprensión de Dios, que es imposible, sino del conocimiento de

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz