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O | La fe sobre- ratural, 206 EL PROBLEMA RELIGIOSO mismo hombre. Estamos hechos para vivir de la fe... Si nos fuera evidente el ultramundo, el éxta- sis nos haría abandonar la tierra, y si nos fuera también evidente el que no había otra cosa que la tierra, los placeres acabarían con su savia corrosiya toda moral. Es providencial que vivamos de fe en- tre la sombra y la luz de la evidencia. —Precisamente llega usted a un camino en el que yo le quería encontrar. La Encarnación es el centro de la vida sobrenatural de la fe. ¿Qué falta le hace al hombre la fe sobrenatural? —Querréis decirme que qué falta le hace la Reli- gión sobrenatural. Debo explicaros que entre lo que no sabe ni puede saber el hombre por sí, y lo que sabe Dios, media ese otro estado de la revelación hecha a la razón, que es un estado de creencias religiosas en concordancia con la Encarnación. Se os ocurre tal vez como hijo del siglo y de la filosofía, que la Revelación se opone a la razón humana. —Eso es lo que cien veces nos dicen. —Os lo dicen los que no entienden la belleza y armonía que existe entre el mundo de la revelación y el mundo de la razón; los filósofos de la negatividad. Débese saber que Dios es inteligencia esencial € infinita, y la razón del hombre un destello de esa divina inteligencia. ¿Puede haber oposición entre estas dos inteligencias? Dios es amor eterno; un vol- cán de ese amor es la Encarnación. ¿Hay en esto contradicción? Dios es una vida y una vida es tam- bién el hombre; la de Dios divina y la del hombre

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