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criando de do ea rd adi tri llanto: ai ir ti 204 EL PROBLEMA RELIGIOSO otros a las leyes de la vida actual; tal vez ni se fa. tigarán ni estarán enfermos nunca; tal vez serán impasibles... Pero indudablemente, siendo criaty- ras de Dios, conscientes y racionales, practicarán lo que aquí llamamos religión, por su condición de criaturas. Probablemente serán mejores que nos- otros y más piadosos con Dios. Sin embargo, res- pecto a este punto quedamos con el ignoramus en los labios. —Me permito una observación. En la hipótesis de la pluralidad de mundos habitados astrales, ¿de- berán depender de la Tierra a causa de la Encarna- ción, constituyéndose nuestro globo en algo así co- mo centro moral del universo? —La Encarnación da realmente una importancia excepcional a este mundo, pero de esto solo dedu- cimos el amor de Dios para con el hombre. Ignora- mos si por ventura habría otra Encarnación. Como quiso encarnarse en el hombre, ¿quién quita a Dios el poder de encarnarse en otro ser? En todo caso esto es lo cierto: que una sola Encarnación bastaba para redimir mil mundos. Dios fué libre de elegir el tea- tro de sus misericordias, como al elegir el Tabor o el Sinaí para glorificarse y dar su Ley... Pero ¡qué curiosos somos! Aún no sabemos si existen habitan- tes en otros mundos y ya queremos saber su suerte, estableciendo polémicas sobre sus destinos... Es verdad: abdicar de la curiosidad sería abdicar de la inteligencia.

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