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DE LA RELIGION 197 el corazón de su más bella creación, una tan bella condición. Dios no pudo sancionar el desagradeci- miento que es un vicio. Fuera de eso, la autoridad debe ser acatada siempre; la rebeldía es otro vicio y Dios no lo pudo tolerar... Por eso desde que aparece en escena el ser humano viene condicionado. —¿El deber no es una imposición contraria a la libertad? —El deber que impone Dios con la religión, no es para usurpar el hombre ninguna prerrogativa, sino para asegurarle una perfección que necesita para su nobleza. La libertad absoluta sería en nosotros la mayor de las imperfecciones (1). Y como dijo Vic- tor Hugo: «Sin el temor de Dios todo sería tiranía, hasta la misma libertad.» «Pour que tout soit tyran, méme la liberté.» —¿Es, pues, que esa ley religiosa viene a condi- (1) Recuérdense estos hechos: La revolución de Fran. cia se proclama en nombre de la libertad y guillotina a cerca de 3.000.000. El historiador Granier de Casagne po- seía un ejemplar de la Constitución de la revolución de 1793 encuadernado en piel humana... Otro ejemplar con igual pasta y el mismo texto vendía Druot en 1892. En la pared del cuarto 12 del museo municipal Carnavalest de Pa- rís se ostenta otro ejemplar también encuadernado con pe- llejo humano... Y eran los hombres de la libertad los fa- bricadores de tales obras... Llegó a ser costumbre en la república francesa encuadernar libros relativos a mujeres con piel de mujer... ¡Oh los pueblos cultos! ¡Las nacio- nes europeas sin religión!... La civilización de la libertad acaba en una pasta de un libro con piel humana... Perfección de libertad.

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