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AR A A A El fraude de los sacerdotes. El, PROBLEMA RELIGIOSO 186 res... persiguiendo un ideal que siempre se le esca- pa. Para calmar las ansias del corazón, careciendo de alivio en la tierra, mira al cielo, y de sus aspiraciones sublimes surgen las religiones positivas. Rendir a Dios culto incesante; pedirle socorro y la explicación de los enigmas, eso es lo que le indujo a adoptar for- mas religiosas. La religión le tendía un puente de luz entre su corazón y el misterio. Por esa tendencia avasalladora es por lo que el salvaje ofrece a su feti- che o totem sacrificios y ofrendas, y el civilizado adora al Dios verdadero... Ese fué el secreto de los cánticos religiosos de los druidas en el bosque y de los himnos elevados en los altares de Jehová: por eso cruzaron en veloces dromedarios flotando al vien- to el blanco alquicel innumerables caravanas de los hijos del desierto. Todas esas manifestaciones son co- mo notas diferentes de una misma lira, como rayos distintos de un mismo foco, palpitaciones diferentes de un mismo corazón, de ese corazón de la humani- dad que como la brújula busca el norte y la mari- posa se llega a la luz y la llama sube a lo alto, así busca llegar y elevarse a Dios. —Me va usted a permitir citarle una frase de Vol- taire. —Será una objeción; decidla. —Voltaire dijo que sin el fraude de los sacerdotes no habría religión. —Efectivamente, en su tragedia «Edipo» estam- pó Voltaire semejante frase cuando su pluma era un ariete antirreligioso. Mas pasaron los días en que

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