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O SA ci ia e ri 174 EL PROBLEMA RELIGIOSO santos que lo han declarado? ¿Es que desearíamos que a cada uno se hiciese una nueva revelación? San Martín de Tour y San Vicente Ferrer resucitaron muertos que testificaron de la otra vida. Lo que yo puedo deciros, al oir esa objeción, es lo que dijo cierto abuelito a su nieto recalcitrante: «hijo, trata de no ir allá porque no volverás más...» Precisamente eso es lo terrible. —¿Acaso no sería un argumento decisivo el oir a alguien que lo hubiese visto? —Debo advertiros que eso es poco científico. Hay mil verdades científicas que carecen de ese funda- mento. ¿Quién se nos vino desde las estrellas a pla- ticar sobre las maravillas astronómicas? El valor del raciocinio y la autoridad nos bastan para la convic- ción... Digoos que el mismo Voltaire afirmó que con no haber visto a ninguno que volviese del in- fierno «no había logrado nunca despojarse de la idea del infierno. —;¿ Voltaire tenía fe? —Negaba la fe por orgullo, pero las verdades de la fe le perseguían de cerca como a otros muchos incrédulos que no podían sosegar en sus negacio- nes o dudas. Oid también a Rousseau que escribe: «En vano tratas de establecer el deber y la virtud con sola la razón. ¿Cuál es su sanción? ¿Qué tienes tu para sustituir a las penas del fuego eterno?...» Como ves no hay necesidad de que vengan del otro mundo a cerciorarnos de lo que allí pasa. Con toda verdad podrá repetirse aquello de J. C.: Si no
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