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POT A 172 EL PROBLEMA RELIGIOSO —La Escritura testifica el hecho y San Agustín explica que aquel fuego los atormentará sin acabar con ellos «miris sed veris modis» de modo maravi- lloso y desconocido, pero verdadero. No parece que aquel fuego sea como el de la tierra producido por operaciones químicas... Mas acerca de la existencia de un fuego no cabe cuestión. Jesús mismo dijo que estaba preparado para el diablo y sus ángeles (1). —¿Qué me dice usted ahora de la pena de daño? —Oid a San Crisóstomo que afirma lo siguiente: Supón mil infiernos; aún no has dicho lo que es ver- se privado de Dios que es la eterna felicidad: y Dios dijo: «Abscondam faciem meam ab eis.» Les escon- deré mi rostro. Esto no es para que lo entendamos los que todavía rastreamos sobre la tierra. Las cria- turas volvieron la espalda a Dios hurtándole la cara y pecando. Ahora Dios castiga ese desorden apar- tando para siempre su cara de los condenados. —Extrañas cosas son para ser creídas por sabios. —Copérnico, Kepler, Newton, Volta, Mariotte, Latreille, Ampere, Biot, Cauchy, Le Verrier, P. Se- chi, Rossi, Hermitte, mil y mil más vivieron en la fe de esas cosas... ¿No se dijo de Pasteur, creador de la biología moderna y del suero antirrábico, que hacía noble alarde de su fe católica de bretón? ¿No escribió el Dante para remate de todos aque- llos versos del Paradiso XV: Justo es que eterna- (1) Mateo, XXV.

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