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¿QUE HAY EN EL INFIERNO? 169 ción en el tiempo. Es un error. Aquí abajo el tiem- po que es progreswo, hace que aumente en energía e intensidad el dolor que se padece; más allá no existe el tiempo y la progresión. Una nueva era coloca las cosas bajo el imperio de la estabilidad pura. La eter- nidad será una duración muerta y sin progreso, «es- tabilidad pura». De esta estabilidad resulta una sensa- ción completamente nueva inapreciable y desconocida. —¿Luego lo que se sufre en el infierno no es apreciable por la manera de sufrir en la tierra? —Exacto. Aquí no podemos comprender un do- lor estable y siempre proporcionado a la culpa... La duración obedece a Dios como las demás cosas, y conducida por su mano hiere con la medida que debe herir. —Es un consuelo en medio del dolor. —En el infierno no cabe consuelo alguno, pero ello explica con qué exacta justicia obra Dios sobre las almas. Por lo demás, es horrible caer en las ma- nos del Dios vivo, según escribe San Pablo. —¿Me aseguráis que nunca llegará un rayo de consuelo a las cárceles del infierno? —Nunca. Dante puso a las puertas de aquel lu- gar la palabra terrible: Por mí se va al dolor eterno, Por mí se va a la ciudad del llanto, Por mí se va a la nación perdida, Abandonad toda esperanza los que entráis. El poeta añade: La justicia divina me ha hecho y el primer amor. Hay que aban- donar toda es- peranza de ali- vio.

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