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Las cosas más allá del tiempo no suceden co- mo abora. 168 EL PROBLEMA RELIGIOSO con una pena eterna un pecado de un ser limitado? Afirmáis seguramente que el pecado es limitado y el castigo eterno, y que esto subleva vuestra conciencia. —Eso me parece. —Yo os concedo de grado que la proporción en- tre el pecado y la pena debe existir desde luego, y que eso es de derecho natural y de derecho divino. Dios mismo dice que «dará a cada uno según sus obras (1).» La Iglesia no tiene otra doctrina respec- to al infierno. Ahora bien; os parece que lo infinito del castigo no corresponde a la culpa del hombre, Pero debo advertiros que lo infinito no está en relación con la pena, sino con la pérdida de Dios, que con ser infinito supone pérdida infinita. El castigo penal o sensible del alma y del cuerpo del condenado tiene exacta relación con los merecimientos contraídos ; mas como la perseverancia en esta pena no tiene cabo, se reputa por eso la pena como un castigo infinito «sin serlo en el grado». De modo que la pena en el gra- do corresponde a la culpa, y la duración a la inmorta- lidad del alma, que es eterna como Dios, a parte post, —¿Mas no es evidente que el dolor del castigo prolongado eternamente irá causando una sensación de infinito penar? —En eso incurrís en una confusión, suponiendo que más allá del tiempo las cosas resultarán como en el tiempo. Atribuís a la duración perseverante de la otra vida, los mismos efectos que a la dura- (1) Mateo, cap. 16.
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