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150 EL PROBLEMA RELIGIOSO por una parte en el infierno y por otra parte en el cielo... El castigo no eterno y el premio tempora- rio serían vanos; porque sería una manera de ser co- 114) mo si no fuesen. —¿Y no repara usted en lo muchos que blasfe- man de Dios porque ha hecho el infierno? —El que blasfema contra Dios a causa del infier- | pio, lo mismo puede blasfemar por causa del cielo, Si la existencia del infierno no es bastante para evi- tar que se peque, absurdo sería pensar que su supre- sión acabaría con el reino del pecado. —¿Por qué, pues, no quitó Dios al hombre la fa- cultad de perderse? —Porque el que pide estar exento de la facultad de perderse viene a pedir estar exento de la facultad de salvarse. La libertad del hombre tiene la llave del cielo o del infierno. Dios no fa- —AÁ los que comprenden la grandeza y bondad de brica infiernos. Dios, se les resiste considerarle fabricando el infier- no para el hombre. —Pero ¿quién os ha dicho que Dios se ha com- placido nunca en hacer un infierno? Bastante prue- bas nos tiene dadas de que su voluntad no es que | nos perdamos. «Dios no quiere la condenación del pecador, sino que se convierta y viva», dice la Es- critura. Dios no quiere el infierno, sino como obli- gado por el mismo hombre. Por eso el infierno no existió mientras no se conoció pecado. Más que obra de Dios, es obra de la voluntad de la criatura. De su parte el amor de Dios ha hecho bastante para ln a ni cl ión

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