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El derrumbe de una objeción lleno de mise- ricordia. 148 EL PROBLEMA RELIGIOSO —Quisiera que me explicara usted mejor ese ar- gumento. —La explicación del tema propuesto es este: se le pide a Dios que nos salve sin tener en cuenta los méritos. Se le exige la necesidad de salvarnos, sin dejar nosotros la facultad de perdernos. Se le pide que remunere lo mismo al criminal que a la víc- tima... —¿Mas no es Dios infinitamente misericordioso? —Y también infinitamente justo. Exigir de Dios que por mera compasión nos deje de castigar, si castigo merecemos, es rebajar su conducta hasta ni- velarla con el capricho sentimental de una mujer. Dios es armonía, es equilibrio, es justeza en todo. Durante la vida mortal del hombre, refleja más mi- sericordia que justicia, en atención a la Pasión del Salvador... Pero como existe otra vida, la armo- nía se restablece cuando se acaba el tiempo presen- te, Al llegar el día de la cuenta, es imposible dar a cada uno, si no lo merecido, «prout gessit». —La razón concibe a Dios más grande dándonos la gloria que sometiéndonos al infierno. —El infierno, considerado como pena, está con el cielo considerado como galardón, en un perfecto equi- librio. Tan grande es Dios ejercitando la justicia perfecta, como practicando la generosidad perfecta. En el mismo hombre puso Dios con gran justicia y amor, junto a la facultad de perderse, la facultad de salvarse. Para que la misericordia y la justicia divinas fuesen igualmente magníficas, fué necesario
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