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Argumento mo- ral, 138 EL PROBLEMA RELIGIOSO podido ni satisfacer el ansia de saber ni solucionar el problema que tanta inquietud le causa. Y han pa- sado siglos y siglos durante los cuales millones de seres humanos pasaron al otro mundo. ¿Acabarían fatalmente sin lograr su deseo de conocer la ver- dad? ¿Pondría Dios en el fondo del alma esta de- voradora aspiración solo para torturarnos con la impotencia? Nó, seguramente. Las deficiencias de la vida presente se suplirán en la vida futura. Lo mismo corre esto para el corazón que para el pen- samiento. — Para el corazón, dice usted? —Para el corazón digo, porque como en el pen- samiento hay una innata aspiración a la verdad hay en el fondo del corazón otra aspiración igual hacia la felicidad. Jamás sentimos acá abajo hartura de bondad y de belleza. Somos hombres porque conti- nuamente resuena en lo profundo de nuestro ser una voz que dice: «más» «más». Vivimos desposa- dos idealmente y cordialmente con la verdad y la dicha pero... nunca llega a realizarse la posesión cabal de la dicha que soñamos. —Eso nos acontece porque fantaseamos sobre la dicha. —Es que hechos para la suprema verdad y para la felicidad suprema quiso Dios ponernos ese acicate del deseo de ansias y afanes... La fantasía sabe forjar ideales en el sublime yunque del ensueño. Esa facultad no es patrimonio exclusivo de artistas y poetas sino de todo el género humano. Es el índice