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Intentos de ob- servaciones de ultratumba. 128 EL PROBLEMA RELIGIOSO —Indudablemente, y con entera certidumbre. Mas antes quiero determinar mejor que la inquietud de lo futuro anida en todo corazón y que Pasteur en su discurso de recepción en la Academia, decía ante los inmortales de Francia: «Yo me pregunto en nom- bre de qué nuevo descubrimiento filosófico o cien- tífico se puede arrancar del alma humana esta ele- vada preocupación.» Es tal, en efecto, esta pre- ocupación, que el 1.? de agosto de 1924 daba noti- cia La Prensa de un sujeto que sacrificó su vida a la curiosidad de saber «lo que era la vida futura». Se siente indignación ante hechos semejantes, porque se figuran los atrevidos que los misterios están ahí para que nos los descubra cualquier señor capricho- so... Maeztu decía a este propósito que la utopía más utópica que jamás se ha imaginado, sería la que pudiera construirse con semejante hecho. —¿Por qué no habíamos de intentar saber lo que nos aguarda más allá? ¿Por qué no hacer algo por suprimir o calmar esa inquietud? —Porque es esencial en el hombre la libertad, y la libertad desaparecería con la evidencia de los mis- terios de lo futuro. Alguien ha dicho con razón que si supiéramos con evidencia como dos y dos son cua- tro, que hay infierno, careceríamos por el mismo hecho de libertad para obrar el mal; pues aunque viniese alguno del otro mundo a decírnoslo, no re- solveríamos el problema de la evidencia, porque ha- bría que hallar un procedimiento para hacer pre- sente a todos, lo sobrenatural... El aparecido, ¿apa-

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