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126 EL PROBLEMA RELIGIOSO —Lo que dijo el primer geómetra del siglo xy, Eulero, quien previendo la tendencia de la increduli- dad a confundir el orden de los conocimientos, es- tableció esta distinción racional: «Todas las verda- des que se hallan al alcance de nuestros conocimien- tos se refieren a estas tres clases esencialmente dis- tintas: la primera encierra la verdad de los senti- dos; la segunda las verdades del entendimiento; la tercera las verdades de la fe. Cada una de estas tres categorías y tipos de verdades reclama pruebas par- ticulares y diferentes. El orden físico pertenece a los sentidos; así se puede decir: tal cosa es verdad porque lo he visto o lo he oído, etc. Los sentidos convencen, v. gr., de que el imán atrae el acero. El orden intelectual pertenece a la razón e investigación de las leyes de la naturaleza y dice: tal cosa es ver- dad porque puedo demostrar con un raciocinio justo, v. gr., tres ángulos de un triángulo rectilíneo equi- valen a dos ángulos rectos. A este orden pertenecen las verdades de la geometría y de las otras ciencias demostrables; mas el orden de la fe pertenece a la revelación. Hay verdades que creemos, no por ha- berlas visto, sino por autoridad, por referencias de sabios que nos merecen crédito. A este grupo de verdades pueden pertenecer los hechos históricos en lo que respecta a la fe en los hombres y los hechos sobrenaturales en lo que concierne a la autoridad de Dios. Así el hombre sensato del siglo xx admite con la misma certeza la existencia de Alejandro que la de Cristo,
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