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FINALIDAD DEL MUNDO Y DEL HOMBRE 121 momento de la muerte del universo... La fúnebre bandera se desplegará sobre el cadáver del mundo y estaremos en el fin. : —¿ Y pensáis que también esos soles y astros de una incandescencia inexplicable acabarán como nues- tro planeta? —Indudablemente, contesta la ciencia. El sol, no obstante su actual derroche de energía, figura ya, según el espectroscopio, entre las estrellas amarillas, es decir: entre los astros que empiezan a envejecer. De manera tal es esto verdad que Langley deduce de sus observaciones, que el sol podrá dar a la tierra el calor que hoy le presta, durante cinco o seis mi- llones de años más. —No parece prudente aventurarse en una tan ab- soluta afirmación. —No lo aduzco como dato seguro. Helmholtz ex- tiende la vida del sol a doce millones de años más, y Newcomb la rebaja a diez. No me atreveré yo a dar un cálculo aproximado, por incompetente, acer- ca de la decrepitud del sol. Lo que afirma la cien- cia con absoluta seguridad, es que todo camina ha- cia el fin. —¿A qué ley puede obedecer ese fenómeno? —¿El de la muerte del sol, decís? —Eso digo. —Pues a una ley natural de creación. La conti- nua radiación térmica y el continuo proceso de con- densación a que está sometido, va poco a poco res- tándole fuerzas para vivir, disminuyendo su masa y La cia del decaden- sol.

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